aunque lo parezca
los árboles desnudos ya no se me caen encima.
Y las hojas,
como minutos,
van cayendo poco a poco
[o mucho a mucho].
Pero yo, tranquila
tranquila y cantando
caminando a mi pasito.
Dice Ruth que allá donde vive ella, se dice que da buena suerte coger las hojas que caen de los árboles.
Y yo así cojo los minutos
con una suave sonrisa
y una caricia en la palma de la mano
dejando que caigan al suelo
y que se vayan amontonando en aquello que solemos llamar experiencias.
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